El fruto de este trabajo es sin duda la experiencia cordial de quienes, en los estudios, en la oración y la experiencia eclesial, hemos podido ahondar en la persona y santidad de Pablo VI, un hombre excepcional aunque desconocido, sinodal aunque incomprendido; pero siempre amado, amado por los que en esta peregrinación hacia Dios, nos vamos encontrando con la necesidad de abrir los brazos hacia los demás, de ir al encuentro del otro, convirtiendo en hogar lo que antes era periferia, reconociéndonos hermanos de un gran pueblo, el Pueblo de Dios. La siguiente novena, junto con meditaciones y composiciones poéticas, son también un himno a la amistad entre los hombres de buena voluntad, que buscamos hacer todo lo que importa "en el nombre del Señor", viviendo una sinodalidad concreta, urgente y posible.

Los autores.

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