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Domingo 4° de Adviento

Por: P. Gilbert Kannikattu, SSP

El tema central de las lecturas de hoy es un llamado a una profunda confianza y obediencia a Dios, especialmente en momentos de duda y dificultades en nuestras vidas. En el evangelio de hoy, se nos presenta un gran modelo de confianza y obediencia a Dios, en la persona de san José. Cuando confiamos en Dios y obedecemos su voluntad, nos abrimos a la posibilidad de que Jesús nazca en nuestras vidas. La historia del nacimiento virginal está en el corazón de nuestras celebraciones navideñas. Por lo tanto, las lecturas de hoy enfatizan la historia del nacimiento virginal, enfatizando en que es la intervención de Dios la que lo hace posible, ya que “nada es imposible para Él”.

En la primera lectura, el profeta Isaías le da una señal de Dios al rey Ajaz de Judá: "la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel" (Is 7, 14). Mateo considera esta profecía como una de las profecías más descriptivas y definitivas que predicen el futuro Rey Mesiánico, el Cristo, que nacerá como descendiente de David. La segunda lectura de la carta de san Pablo a los romanos también enfatiza que Jesús era un descendiente de David y, por lo tanto, el Mesías. Pablo explica que el Hijo unigénito de Dios, encarnado como Jesús, fue revelado y establecido por el Padre como Hijo de Dios; y proporciona un resumen general de los poderosos actos de Dios en la historia a través de Jesucristo.

El Evangelio de hoy, de Mateo, nos dirige la mirada hacia la figura de José, en la Sagrada familia de Nazaret. Su total confianza y obediencia incondicional a Dios lo convirtieron en el padre adoptivo de Jesús y en un gran modelo para imitar. Para cumplir la profecía mesiánica dada por Isaías, José tuvo que aceptar libremente, a Jesús como su hijo, convirtiendo a Jesús en un descendiente legal de David, porque José era descendiente de David. José era el esposo de María en el momento en que Jesús nació, y por lo tanto, al tomar consigo a María, Jesús pasó a ser legalmente hijo de José y, por lo tanto, descendiente de David.

Como estamos muy cerca de la Navidad, aquí tengo algunas sugerencias para ayudarnos a depositar nuestra confianza en Dios y obedecer su voluntad en nuestras vidas para que podamos acoger con alegría y dignidad al Niño Jesús en nuestros corazones.

1) Al igual que José, debemos confiar en Dios, escucharlo y ser fieles. Si bien podemos enfrentar problemas financieros, inseguridad laboral, tensiones en la familia y problemas de salud, tratemos de ser como San José, confiables y fieles. En lugar de confiar en nuestros propios planes para llevarnos a través de la vida, confiemos en Dios y fortalezcamos al hablarle con ferviente oración y al escucharlo hablar a través de la Biblia.

2) Necesitamos experimentar al Emmanuel en nuestras vidas. La Buena Nueva y el mensaje consolador de la Navidad es que el Niño Jesús todavía espera hoy para entrar en nuestros corazones, en tu corazón y el mío, y para cambiarnos a nosotros y al mundo que nos rodea por la belleza del amor, la bondad, la misericordia y la compasión de Dios. Tomemos un tiempo para recibir al Niño Jesús en nuestros corazones y vidas esta semana, para que Dios pueda cambiar nuestro mundo de miserias con la belleza de su amor. Su presencia, hecho niño pequeño, amor que se hace concreto, de carne y hueso.

3) ¿Tenemos algún regalo para nuestro "Cumpleañero"? Verifiquemos si Jesús está en nuestra lista esta Navidad y si tenemos un regalo especial en mente para Él. Un corazón lleno de amor a Dios y a nuestros hermanos es el regalo de cumpleaños que Jesús realmente quiere de nosotros. Por lo tanto, preparemos nuestros corazones para Jesús, llenándonos de amor, misericordia, compasión y perdón en esta Navidad y todos los días de nuestras vidas, que se hagan concretas, que se encarnen en acciones, no solo en palabras.

4) Seamos un regalo de Navidad para los demás. El mejor regalo que podemos dar a aquellos que amamos es tener fe en ellos, creer en sus sueños y tratar de ayudarlos a realizarlos. Necesitamos creer en los sueños de nuestro esposo, esposa, hijos, padres, amigos, vecinos y líderes y luego hacer todo lo posible para ayudarlos a hacer realidad esos sueños.

Entreguemos nuestras vidas a Jesús con todos nuestros problemas y preocupaciones confiando en que Él nos guiará y nos dará su paz y alegría. Que el niño Jesús nos bendiga y nos dé el coraje para hacer su voluntad en nuestras vidas, como lo hicieron María y José, y así podamos experimentar al Emanuel, el Dios con nosotros.

Amén.

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Sonreír y pensar:

Ocurrió unos días antes de Navidad: una mujer se despertó una mañana y le dijo a su esposo: “Acabo de soñar que me regalaste un collar de perlas para Navidad. ¿Qué crees que significa este sueño?" "Oh", respondió su esposo, "lo sabrás pasado mañana". A la mañana siguiente, se volvió hacia su esposo y le dijo que tenía el mismo sueño y recibió la misma respuesta. En la tercera mañana, la mujer se despertó y le sonrió a su esposo: “Soñé nuevamente que me regalaste un collar de perlas para Navidad. ¿Qué crees que significa este sueño? "Y él le devolvió la sonrisa," Lo sabrás esta noche". Esa noche, el hombre llegó a casa con un pequeño paquete y se lo presentó a su esposa. Ella estaba encantada. Ella lo abrió suavemente. Y cuando lo hizo, encontró... ¡un libro! Y el título del libro era “El significado de los sueños”. 

El Evangelio de hoy nos cuenta cómo José tuvo un sueño y qué hizo, luego hizo lo que le dijo el ángel, lo que le dictó su corazón.