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Lectura Orante
DOMINGO IV DE ADVIENTO (Ciclo B)

Por: P. Denis Báez Romero, SDB

 

Queridos amigo, para este domingo IV de Adviento, rezamos con el Evangelio según San Lucas 1, 26-38

 

Invocación al Dios

Padre, tú que siempre nos llamas, haz que como María tengamos la disponibilidad de poder vivir la Encarnación de tu hijo que vendrá a salvarnos. Que no temamos y dejemos que el espíritu realice su misión en cada uno de nosotros.

 

Análisis de contenido

Estamos a la puerta de la Navidad, y María es el personaje principal de estos tiempos de preparación de la venida del Salvador. Su disponibilidad a la escucha atenta y profunda de la Palabra de Dios nos da alegría y es razón de esperanza para que podamos vivir la Encarnación de su hijo, que es para la humanidad motivo de salvación.

Algunas veces nos toca vivir momentos felices, en los que quedamos desconcertados por el anuncio que recibimos. Quedamos sorprendidos y pensativos después que nos han comunicado, por ejemplo, el embarazo inesperado de algún familiar o el nacimiento de un hermano, de un sobrino, del hijo de un pariente...Incluso podemos llegar a decir: “¿Cómo pudo suceder eso?”. Ponemos objeciones, pedimos explicaciones; pero al fin terminamos aceptando, y vemos que esa es la voluntad de Dios.

De la misma manera sucedió con María: ella se sorprendió por todo lo que estaba pasando, no comprendió inmediatamente la acción de Dios en su vida, tuvo miedo de aceptar tan gran compromiso. Entonces la acción de Dios se hizo visible: María supo escuchar y poner por obra la Palabra del Señor. El Espíritu cumple su misión dentro de su ser: concebir al “Hijo del Altísimo” es la alegría más grande que ella puede recibir.

Por otro lado, llama la atención cómo el evangelista subraya la identidad de Jesús con diversos títulos. Como “la sombra del Altísimo” estaba en ella, María acepta ser la elegida y de a poco va asimilando esa misión, con la ayuda del Ángel. Esta conversación con el Ángel le hace disponible para ser la Madre del Señor. El diálogo que ella tiene con el enviado de Dios deja en claro que el niño que nacerá es el Hijo de Dios.

La sierva, la Madre del Altísimo: María fue la servidora disponible, mediante la cual la salvación entró al mundo. Ella, por su disponibilidad, concebirá en su vientre al Hijo de Dios. Con libertad, ella abrió sus oídos a una escucha atenta, supo escuchar en su interior esa voz, y concretarla, con su sí, como voluntad de Dios para su vida.

Como cristianos, junto a María, ya tenemos preparada nuestra cuna para esta Navidad que se avecina. Ya olemos el pesebre con perfume a coco. Pidámosle a María que nos ayude a preparar nuestro espíritu, nuestro interior, nuestro corazón para darle un sí generoso a la Palabra del Señor que viene.  

 

Para vivir una vida cristiana auténtica y profunda

En los momentos de dudas, ¿a qué me compromete cuando digo “sí”, como María? En nuestra vida experimentamos muchos momentos de alegría: ¿de qué forma el anuncio de la Palabra de Dios cambia mi vida? ¿Estoy disponible en este tiempo de adviento para hacer la novena de preparación junto con la Virgen?