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Lectura Orante
Domingo 32° durante el año

Por: P. Denis Báez Romero, SDB

 

Hermanos, para este domingo 32° durante el año, rezamos con el Evangelio según San Mateo 25, 1-13

Invocación al Espíritu de Dios
Señor Jesús gracias por tu amor. Ayúdanos a serte fieles, a estar preparados para el encuentro con el novio, que eres tú. Ayúdanos a escuchar tu Palabra y a alimentar nuestra fe. Envía, Señor, tu Espíritu Santo que nos ilumine, y ayúdanos a no desoír jamás tu invitación. Amén.

 

Análisis de contenido
Queridos amigos: En este domingo, la liturgia nos pone frente a un hecho que constantemente nos inquieta: la venida del Señor. Es un acontecimiento que ya desde la primera generación cristiana ha generado la pregunta sobre cómo comportarse cuando suceda, ya que la espera se hace larga. El camino es vivir la espera haciendo experiencia del encuentro personal con el Señor Jesús. Los cristianos tenemos que vivir la Palabra para alimentarnos constantemente del aceite, que es el Mesías. Debemos cuidar nuestra fe, encender esa lámpara que está por apagarse y darle nuevo vigor a la certeza que nos viene del Resucitado.

La primera generación cristiana vivía con fervor la experiencia de tener al Señor a su lado. Luego de su muerte, tenían que mantener viva esta misma experiencia: conservar la lámpara encendida, permanecer vigilantes. Ser creyentes significaba alimentar constantemente sus lámparas y custodiar viva la certeza de la venida del Señor.

La noche es larga, la lámpara se consume, el óleo se va gastando, y se debe estar despierto mientras llega el Señor. Se debe salir al “encuentro del novio”, pero el que esperan se retrasa. Existen algunos riesgos: que se apaguen las lámparas, que nos quedemos dormidos, que seamos descuidados, que nos distraigamos buscando aceite a destiempo, que se cierre la puerta y lleguemos tarde.

Notamos algunas características de estas “diez vírgenes”. Todas ellas están en espera de la venida del señor, todas ellas han escuchado la palabra y han recibido la invitación a estar vigilantes para poder sentarse a la mesa y compartir el banquete con el esposo. Las necias son aquellas a quienes les falta el aceite, las que están en busca de una experiencia de Dios, aquellas a las que aún les falta el encuentro con el novio. Estas escuchan la Palabra, pero no la practican. Las vírgenes prudentes son aquellas que se alimentan constantemente de la Palabra, las que saben escuchar, buscar y poner en práctica lo que han oído. Son aquellas personas que han cultivado el hábito de la escucha y dejan que lo escuchado resuene en la experiencia de su vida.

Nos corresponde a nosotros, los cristianos de esta generación, alimentar la fe sin que se apague, estar constantemente en vela, mantenernos despiertos, ser previsores y no permitir que nos falte el aceite del Espíritu Santo que nos ilumina; en definitiva, no ser descuidados en el empeño por atender a la invitación recibida. Se trata de participar del banquete como amigos del novio, llegando a tiempo, porque hemos sabido alimentar oportunamente con aceite nuestras lámparas.

Para nuestra vida cotidiana, como creyentes: busquemos encender nuestra fe generando experiencia de vida interior, escuchando y alimentándonos frecuentemente de la Palabra de Dios; favoreciendo experiencias de caridad y centrando la vida de nuestra comunidad en la persona de Jesús.

Vivencia cotidiana
Como creyentes y discípulos del Señor, ¿estamos preparados para alimentar nuestra fe con el aceite de las buenas obras? ¿O somos irresponsables, como las vírgenes necias, y nos quedamos dormidos a “media noche”, dejando que se apague nuestra lámpara?