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Lectura Orante
DOMINGO 24° durante el año

Por: P. Denis Báez Romero, SDB

 

Queridos hermanos, para este domingo 24° durante el año, rezamos con el Evangelio según San Mateo 18, 21-35

Invocación al Espíritu de Dios
Señor, haznos comprender que el perdón es el camino de reconciliación y paz con nuestros hermanos. No permitas que tengamos en cuenta las veces que nos han ofendido o lastimado, haz que siempre perdonemos por compasión y de corazón.

Análisis de contenido
Queridos amigos: Estamos inmersos en el discurso de Mateo sobre la comunidad. La comunidad creyente está enfrentando un tema fundamental, que es el perdón fraterno. El pecado personal que cada hombre comete debilita su relación con Dios, con los demás y consigo mismo. Por tanto, Dios sale a nuestro encuentro con su infinita misericordia, para cancelar nuestras deudas. Y así, el hombre se encuentra en una situación nueva: la de ser alguien perdonado por la muerte redentora de Cristo.

En la lectura, a la pregunta de Pedro: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?", Jesús responde que tenemos que perdonar siempre. Se trata de un “perdón sin límites”, porque perdonar es la única manera de reconciliarnos, y el único camino para poder entablar una relación auténtica, en el día a día de la comunidad cristiana. La Iglesia no es simplemente un lugar para hombres perfectos, sino un espacio de comprensión, y de un perdón que se vive desde la experiencia de ser perdonados en Cristo.

El evangelista nos trae esta parábola, que contiene un mensaje muy fuerte de parte del Rey: él tiene entrañas de misericordia con el siervo que se arrodilla para suplicarle que tenga compasión de él; pero llama “Siervo malvado”, a este mismo siervo que no tuvo entrañas para poder actuar con su colega de ese mismo modo: ‘¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?’.

Aunque existan conflictos que puedan herir la convivencia dentro de la comunidad creyente, como cristianos que formamos parte de la Iglesia, debemos buscar caminos para perdonar de corazón: “Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".

Busquemos crear en nosotros un corazón grande, para superar cada ofensa que recibimos. El perdón es la forma más verdadera de comprender, reconciliar y perdonar. Dios es amor, y, en consecuencia, nosotros debemos perdonar, porque él nos perdona primero. Cuando perdonamos, creamos un ambiente que nos permite vivir serenamente, fomentando siempre la armonía, la paz, la comprensión y la tolerancia.

Muchas veces, exigimos a la otra persona que perdone, pero no le damos motivos para que pueda hacer un proceso gradual, para que sea capaz de asimilar el rencor que experimenta por el daño causado y de transformarlo en reconciliación. No olvidemos enseñar a la gente la relación de gratuidad; porque existe un perdón mutuo, de parte de Dios que perdona y de parte del hombre, que también debe perdonar, aprendiendo del ejemplo de nuestro Padre misericordioso.

Para la vida diaria:

Este es un mensaje que cada cristiano está llamado a vivir cada día. La iglesia ha recibido la misión de reflejar el rostro de Cristo, a través del gesto del perdón. Un perdón que hemos de vivir también en nuestra familia, donde los roces y conflictos de la vida diaria pueden llevarnos a rupturas momentáneas. El Señor nos propone esta forma de medir, y tenemos que adecuarnos a los parámetros de Dios: “Sean compasivos, como es compasivo el Padre de ustedes”.