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Reflexiones en tiempos de pandemia
HACIA UNA NUEVA NORMALIDAD

Por: P. Fernando Teseyra, SSP

 

Llegó septiembre con la vida natural que renueva su ciclo con la primavera. Aún se sienten los efectos de la pandemia que ha azotado al mundo, al país, a familiares y vecinos… La vida deja atrás el invierno de metamorfosis que han sufrido todas las realidades humanas: lo civil, lo religioso, la medicina, las relaciones humanas, la forma de trabajo, la psicología social y la comunicación humana... Se ha llegado a un punto de cambio y una nueva realidad abre sus alas.

Es un deseo expandido entrar a la “nueva normalidad”, donde se reducirán los riesgos de contagio en los lugares comunes de encuentro, oración, trabajo, atención médica y de muchos servicios. La transformación, que ya se nota, impulsa a una nueva conciencia para no hacer lo de antes. Además, esta fase, quizás definitiva en el proceso de sanación, hace que los pies se pongan bien en tierra y así poder mirar las problemáticas que nacen de esta nueva realidad.

Las nuevas situaciones, por un lado, son dramáticas, como la caída de la economía, el desempleo, el cierre de empresas, el acceso a la salud y los servicios cada vez más elitistas, la extensión de la pobreza, la violencia doméstica recrudecida… Pero, por otro, son esperanzadores los valores que el pueblo ha demostrado, como la ayuda a los vulnerables, el buen humor, el renacimiento espiritual en nuevas expresiones celebrativas y de fe…

Todo eso es la plataforma desde donde se deberá reiniciar el camino. La ansiada vacuna es una esperanza, pero no es la solución para todo. Lo que se ha derrumbado se debe reconstruir, pero con nuevos paradigmas, que ya están como los brotes nuevos y el reverdecer de los campos. Volver a la normalidad anterior nunca podrá ser, por eso esta tragedia “cuaresmal” que desató el covid-19 requiere de una conversión del corazón, de toda la sociedad y la Iglesia.