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Editorial de octubre
Hacia un nuevo canto de las Criaturas

Preparamos el corazón

Este mes de octubre venimos con un buen número de celebraciones y días importantes, tanto a nivel eclesial como a social. En nosotros queda aún, a pesar del paso de los días, las dolorosas imágenes de nuestra Amazonía en llamas. El Señor, cuyo nombre es admirable en toda la tierra, nos ayude a vivir en mayor comunión con todo lo creado, comprometidos con el cuidado de la casa común y siempre en salida misionera hacia todos.

En comunión eclesial y con todo lo creado, hemos de tener muy presente la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica (del 6 al 27 de octubre), en la cual pediremos la luz del Espíritu para buscar nuevos caminos para la Iglesia y una ecología integral. Uno de los peligros de nuestro mundo globalizado es que, a causa de la cantidad de informaciones e imágenes de todos los días, nos perdamos y demos la espalda a tantos pueblos amazónicos que hoy ven amenazadas sus vidas, sus tierras y sus culturas. Como Iglesia toda vivimos un momento histórico, ¡Que no se apague nuestra voz profética por nuestros hermanos y la creación!

Esa misma sensibilidad hacia la Amazonía, bien la podemos concretizar en nuestro modo diario de vivir, de cuidar la Casa común. A cuatro años de “Laudato Si’” todavía nos falta una buena interpelación como sociedad que nos lleve a una mejor convivencia con nuestro entorno, con las maravillas y riquezas de nuestro paisaje. Una tierra bendecida con tantos dones merece que no se le ensucie con papeles, ni contamine con deshechos, y mucho menos sea depredada por intereses mezquinos… ¡Comencemos por casa!

Todo ello lo hemos de vivir en espíritu misionero, en salida, abriendo las puertas de par en par a Cristo y a los hermanos, como nos lo exhortaba san Juan Pablo II; una misión destinada a todos, incluso a lo creado, como nos lo enseña san Francisco de Asís y los santos que serán canonizados el 13 de este mes.

El Señor nos ayude a hacer juntos un nuevo canto de las criaturas, que nos reconozca hermanos los unos de los otros, responsables de la hermosa tierra en que nacimos (o nos alberga) y de la creación entera.

Hno. José Miguel Villaverde, SSP